domingo, 3 de abril de 2011

Dama Drama DesDramaTiza

Cuando era chica y vivía en una aldea, siempre, por esta fecha, aparecía la furgoneta ambulante del vendedor de pollos que, por sus altavoces, enumeraba su mercancía: “Pollos, pavos, pollas… Pollitas, gallinas ponedoras, mininas, gallinas de pescuezo pelao…”. Le esperábamos hipnotizados por su interminable enumeración. Te asomabas al maletero y veías su género, todos ellos tan minúsculos y huerfanitos, inquietos en sus cajas, moviéndose acelerados en muy poco espacio, como los espermatozoides de una gota de semen observada al microscopio. Entonces, te hacías creyente de todas las religiones, rezabas para que la bruta de tu abuela los eligiera a todos, en especial, a los más apagados que nunca debieron abandonar la protección del frágil cascarón para correr los riesgos de la dura intemperie. Ella nunca los escogía, era buena tratante. Menos mal  que el negociante también era bueno en su empresa y tenía por costumbre regalarnos alguno de estos calimeros enfermizos de poca esperanza de vida, supervivientes hasta que dejaban de serlo por muy diversas razones: Bien porque a pesar de prevenirlos contra las curianas, metiéndoles a la fuerza en el buche el correspondiente grano de pimienta,  éstas, con nocturnidad y alevosía, le sorbían el jugo de la vida por el culo; Bien porque alguno de los gamberros que formaban parte de la familia de los primos insistían en que los polluelos, al igual que los patos, podían aprender a nadar y para demostrarlo los arrojaban a un bidón de agua helada con cal sedimentada en su fondo, donde la criatura se sumergía bajo nuestra mirada, atenta al principio de Arquímedes, horrorizada cuando perdíamos la fe en que eran superdotados y directamente aprendían a bucear, pues nunca más resurgían a flote, quedando enterrados en la cal mojada, para no dejar huella del asesinato; Otro de sus enemigos mortales era el calor sofocante del verano que siempre asfixiaba a alguno de ellos, o algún zorro que bajaba de la Camorra, la montaña a cuyos pies vivíamos, aprovechando la complicidad de la noche para hacerse con sus víctimas. Aunque el indiscutible protagonista de entre los malos malísimos siempre era el inapelable verdugo, el cuchillo de mi abuela, que de una tajada limpia, rebanaba sus cuellos. Entonces yo la odiaba mucho más que de costumbre y sólo me reconciliaba un poco con ella cuando me sentaba a la mesa a comer un riquísimo guiso de pollo con papas.

Dama Drama DesDramaTiza
porque es una Dama PoeTiza.
Poe  porque tenía un corazón y  un cuervo
que asesinados,
uno, seguía latiente,
escondido en  el entresuelo,
el otro, graznando en el cielo,
para delatar un crimen no tan perfecto.
También tenía un gato negro
que maullaba por el quejío de su dama magullada,
que solo tenía una vida pero como siete sangraba.
Tiza porque atiza y matiza
atando y matando
los cabos no acabados 
ahorcándolos en una tomiza
que es una guita,
soga  o cuerda ,
de la que sus inconclusiones cuelgan
cuando les retira la silla
para que no se (a)sienten,
colgándole las piernas al recuerdo
que saca su lengua morada
para hacerte burla y derramar
todas estas palabras con babas.

Tiza, porque  escribiendo desdramatiza,
porque es Dama Drama
poeta de riza
que no ríe pero hace gracias,
para luego dárselas
a todas las payasas que la salvan,
cuando se ahoga en los ríos de sus lágrimas.
Reinventando,
exagerando películas,
“llantos y carcajadas”,
en las que ninguna quiere el papel de enamorada,
aunque todas en la vida real,
fuera de escena,
se confiesan  polla-dependientas,
 despachan pollas
en el patriarcado del amor,
son tenderas.
Les atenderán, cada una a su manera:
Si la quiere para regalo le pongo lazo.
Si odia que tengan plumas,
las desplumamos de un plumazo.
También las tenemos solo con el pescuezo pelado,
si la compara con sus compañeras,
creerá que el suyo es más largo.
Si las quiere mininas, tienen los huevos pequeños,
pero son buenas ponedoras.
Las pollitas no dicen ni pío ni pían,
cacarean cuando ponen,
presumiendo ante el  gallinero.
Si  necesita el calor del abrazo búsquese una clueca.
Para el mejor caldo, el de gallina vieja.
Y si con gusto la saborea, en su boca se volverá turuleca.
Pero si usted busca una polla que no piense sólo por su cabeza,
olvidándose de lucir cresta,
sienta con el corazón,
ponga todos los huevos en el asador
y más que quemados acaben escocidos,
entonces, no sabe a qué hazaña se enfrenta.
Desista, dese esta noche unas vueltas,
acabe ciega.
Aún así, antes encontrará una aguja y un dedal en un pajar.
Con la paja, recréese.  Luego arréglese el traje,
con la aguja quítese la espina de su dedo (corazón)
y para la próxima, que el dedal la proteja.
No se engañe, nada es fácil,
ni siquiera, coser y cantar.

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