viernes, 18 de marzo de 2011

STAND BY

Stand by. Indolente o día tonto. A veces nos consumimos en espera. En espera de la orden que nos encienda o del apagón definitivo.

Quedaste, de nuevo, relegada a la caja perdida en el altillo del armario. La caja perdida perfectamente localizada. En amago temerario me quedo a un paso del abismo, por poco irrumpo el letargo de tus fantasmas, a fuerza de tiempo y no olvido, hechos míos.

Es noche cerrada. Indolente,  como tu caja. Palabras amortajadas en su claustro. Sin una flor  que les rinda homenaje. Ninguna estrella horada la noche.  El sepulturero cava. Caronte atraviesa la laguna Estigia. El cuerpo se pudre. ¿Y el alma?

Es mañana cerrada. Indolente, como tu caja. Los colores de ayer hoy sin grises… y matan. Y te alcanzan. El sol no penetra este cielo infollable, de noche y de día, de plomizo cinturón de castidad. Tampoco se decide la lluvia, cobarde, ante la derrota de su rival. A lo lejos, el monaguillo tañe la campana. Y su sonido es lastimero, porque también es gris. No importa que anuncie el bautizo de la niña, la boda de la joven, la muerte de la vieja de pelo blanco recogido en rodete con ganchillos negros. Todo es lo mismo en Vetusta, incluso lo contrapuesto. La beata acude a misa: indiferente su fe ante palmear lo alegre o plañir lo triste. Indiferentes sus golpes en el pecho ante Misericordia, que pide limosna en la puerta. La lasciva acude a sus menesteres o vuelve de ellos. La beata-lasciva  ambos compromisos los resuelve juntos. El perro ladra.

El valle hoy no es verde, los naranjos no lo impregnan con su aroma. Impolutas sábanas blancas. Dos palomas zurean mientras mantienen el  equilibrio en el cable de la electricidad. Tensión mantenida  en las precarias vigas de madera  que me dan una idea de lo lejos que me encuentro de todo y de tí.  Las palomas se arrullan,  sombras chinas proyectadas al lado de mi cabeza, en la almohada, donde tu ausencia. ¿Por qué una descarga no las convierte en carboncillo? No, mejor no.  Con él podría dibujar sus siluetas.  ¿Fuimos aves en equilibrio? ¿Soy sombra?

Indolente llega una nueva noche. La esperanza de un atisbo de luz. Hoy todo ha continuado en movimiento. Ignoro  su rumbo, pero todo bulle.  Yo me consumo en stand by. A tus espaldas indolentes, quedamos - en la eterna quietud condenadas-  yo… y tus palabras.

Yo no hablo y ellas no son pronunciadas.

sábado, 5 de marzo de 2011

Aún no es nuestro día. “Mujeres rotas”.

Siguen muriendo aunque muchas ya denunciaron. El maltrato no cesa, pero nadie parece preguntarse si las medidas que se están tomando son o no correctas. Por los resultados yo diría que NO. Si quieren, táchenme de violenta.

“Mujer pensante,
mujer despierta,
mujer que lucha,
mujer violenta.”

Soy una bruta, eso dicen los amigos. Eso y  que alguna mañana, como castigo, me despertaré con un rabo entre las piernas, no dentro precisamente, sino como apéndice. Tendré que afeitarme la barba a la moda, pero no el pubis, y si el vello crece y pica, no me preocuparé porque está mucho mejor visto que me rasque la barba e incluso, los huevos. Me pondré unos zapatos cómodos y ¡ale hop! El cielo se abrirá a mi paso para que yo meta mi sexo fuerte. Entonces podré enumerar todas las cosas que me tocan la polla a dos manos sin parecer grosera y dedicar unas palabras a algunas personas:

Al hombre gilipollas que cree que un dios me creó a partir de él y que soy un ser inferior: Te mando al carajo a ti y a ti, señor, cuentista-contador-creador, máster en CCC, que me hiciste mujer de una costilla. Entérate, si fuera Eva la curiosidad me picaría y me saldría una roncha, engañaría a la serpiente para hacerme con su cascabel, no compartiría la manzana con memos y la gravedad me echaría abajo las peras. Preferiría ser, al menos, Lilith, de igual a igual. Y si los demonios me devoran, déjese de mandamientos y curas, que yo le mandaré a usted, señor, al infierno. De modo que créeme directamente como “fugitiva del paraíso” y no me prometa las puertas del cielo a condición de que cumpla el manual de la perfecta esposa. Y, por favor, tampoco me convierta en una  virgen, soy de la opinión de que “el sexo es mejor deporte que la natación” y si alguna vez me fecunda un ángel, quiero darme cuenta.

No te pongas de puntillas para sentirte superior y me hables de libertad sólo cuando te interesa, convirtiéndola en un buen negocio, en una droga demasiado adulterada. Idiota, cierra la boca, me manchas los pies con tus babas, yo siempre te miré a los ojos, te hablé de igual a igual, mirándote de frente y cuando no hallo correspondencia en el respeto, ni siquiera sopeso tu paquete, desechándolo por inconsistente.
 
Quizá se me pueda llamar burra, solo porque en defensa de lo propio, agito la cola y me sacudo alguna mosca. Mi polla solo existe en sentido figurado, de modo que no me pongas el culo porque no se volverá loca en unas tripas sin ni siquiera mierda, intentando encontrarle el punto a la curvatura de tu G. De gilipollas y punto.

A mi hija futura: No sé si algún día nacerás, pero mientras, participo en la educación de otras dos criaturas, mellizos y de distinto sexo, prometiéndoles que nunca habrá maquillaje para pintar color carne los golpes morados, que su madre nunca será tan patosa como para caerse dos veces por la misma escalera, que no hay miedo a perder el techo y el plato de comida y que el maltrato no es una forma de amar. Que las madres nunca más elegirán la muerte a perderse la vida de sus hijos.

A ambos les enseñamos, sin distinciones entre su pito y su raja, a que cada cual haga pipí como le resulte más cómodo, siempre que no se meé en los pies del otro. A ninguno les contamos que el príncipe elige entre todas las doncellas del reino que esperan en el patio de armas subastando las suyas, pegando modosos saltitos y gritando “¡Elígeme a mí, elígeme a mí, mi virtud es hacer el mejor pastel!”, “¡Elígeme a mí, elígeme a mí, mi virtud es ser bella!”, “Elígeme a mí, elígeme a mí, mi virtud está intacta!” esperando a que él seleccione a la más mojigata y se pase por el sable a todas las demás, ellas putas y él machote.

El primer ideal de maltrato comenzó  cuando una joven encerrada en una torre hubo de arrojar sus trenzas para que el príncipe subiera dándole tirones del pelo a “(comillas)rescatarla(comillas)” , después la besara y después la encerrara en otra torre, a la que no acudirían sus padres, sus vecinos o sus amigos a rescatarla, pues es lo normal.

Pero tú, mi niña, nunca encojas el dedo gordo del pie para que te quepan unos putos zapatitos de cristal, recuerda que a tu primer paso en firme, por su fragilidad, se quebrarán cortándote los pies, de momento, tus únicos aliados a la hora de correr del peligro de ser buena hija, esposa, madre, abuela; del peligro de ser buena estudiante, trabajar en la calle por un sueldo inferior al suyo, no ser ambiciosa o, en su defecto, tener que escoger entre carrera profesional o familia, trabajar en la casa, cuidar de los hijos, ir al gimnasio y matarte a hambre para siempre estar perfecta. Me da igual que seas princesa o plebeya (te sales de bella), monja o ramera, anciana o niña. Sé una mujer valiente, a mis ojos serás maravillosa.

Al compañero: Puedes ser mi enemigo o darme la mano, ambos guerrilleros sin que la igualdad de géneros consista en la reinvención de la gramática, convirtiendo esta lucha en un despropósito, objeto de burla. Si no vienes conmigo, iré sola a las trincheras, aunque me quemen en la pira pública, pues de todas las torturas yo elijo “la hoguera, la hoguera, la hoguera”.

Odio aquello de “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”. Debido a mi afición, se me vienen a la mente Rosario Conde, Zenobia, María Teresa de León... Grandes mujeres, sí. Si algún día en la debilidad de mi educación social me sacrifico y llego a quererte más que a mí, pues esta mierda de suciedad  me ha enseñado que el amor es el afecto más imperfecto y condicional; Entonces, quiéreme tú más que a ti, pues “cada uno da lo que recibe”, pero también lo que desearía recibir. Sé un gran hombre y no me dejes nunca detrás de ti. No vas a brillar más por mi eclipse. Hay sitio en el firmamento para los dos y, por desgracia, demasiada oscuridad que iluminar. Si decidimos amarnos, mi refugio será la casita azul de Frida, unida a la tuya mediante un puente, donde nos citaremos para hacer el amor o volarlo.

A todas las mujeres: No, hoy no es nuestro día. Aún no. Antes de que nadie nos elija debemos hacerlo nosotras y no educar a nuestros hijos con patrones añejos. Se me olvidaba, sois maravillosas, aunque os hayáis roto en algún momento.

Universos III.

Hay universos que no se olvidan aunque estés a años luz de ellos. Pues aunque el chirimiri cese sigue calando bobos:

Pescador pescado pescando.
Cazador cazado cazando.
Soñador soñado soñando.
“Amo del destino por el destino dominado”.
Nos hemos encontrado.
Ama el destino destinado, no seas tan dominante.

Ametsen jarraitzailea batzuetan haiengandik ehizatua.

Andaluces levantaos.

Tengo sentimientos encontrados con mi pueblo, le quiero,  quizá por eso me molesta tanto su pasividad.

En el discurso del día de Andalucía, hablaron de la apatía con que se afrontan los comicios municipales. Desde luego, yo no considero la derecha como alternativa, la derecha nunca fue una opción, más que nada porque opción implica cierto sentido de libertad. Y la izquierda socialista, si hablamos de números y flores,  pues el obrero español siempre fue una rosa a la izquierda, hoy el obrero está en paro, las obras, sobre todo las buenas, se han paralizado, los constructores se presentan a concursos y los peones esperan que alguien les mueva, porque nadie asistió al curso de prevención de riesgo de derrumbe por especulación. Las abejas reinas cerraron los chiringuitos de las colmenas a pie de playa y huyeron con las joyas de la corona, dejando desorientadas a las obreras que, a falta de pasta, se han forrado de lana, aprendieron a balar y aún no se han dado cuenta de que son ovejas.
 

Si el sufragio es universal no entiendo cómo sólo los ricos superviven (son supervivientes) bien bronceaditos en sus suites del arca de Pepé, en este crucero llamado “el fin de los días (de soñadores)” y los pobres nos hundimos en el fondo del mar, matarile rile la, batallando con grandes peces –abisales-, preguntándonos a quién habremos de matar matarile rile la.

Y vosotros, políticos corruptos pretendéis que solo emerjamos a la hora de las urnas, cuya papeleta que solo queda en cenizas no nos pertenece, no nos identifica. Si cada euro es un voto, desde luego, muchos de los votantes seremos nulos.

Te cagas en la tierra cuando ves que partidos rosales han perdido el color y su parte izquierda, donde late el corazón enlatado que ya no se delata dando la lata ante la injusticia de esta suciedad. Partidos rosales en los que solo queda el tronco que se suponía de centro, vencido hacia la derecha, donde el bolsillo pesa.
  
Me gusta cantar hasta para cagar  “pero nada pueden bombas donde sobra corazón”  pero me estriño pensando que la rosa descolorida que muere no se siembra sino que se pudre y desaparece, enterrada entre tanta mierda de gaviotas mientras votan votan los pelotas, tocan tocan las pelotas.

Me lo preparo, pero por no arrojarlo y que me apliquen “ley antiterrorista como a Evaristo”, me bebo el cóctel molotov. Se me suelta la lengua y entono "en la plaza de mi pueblo/ dijo el jornalero al amo/ nuestros hijos nacerán/ con el puño levantado" y el pensamiento se me va a las mujeres que cantaban "nanas de cebolla". Poetas, menos mal que nunca visteis cómo vuestros hijos desnutridos nacieron con la cabeza gacha y los otros cara al sol (que más calienta). Pero nada de esto importa, porque de la desnutrición a ser mileurista con un pie en el vacío, pues eso ya es progreso, que dicen los progres. Gracias progres, por existir y hacer del mundo un lugar mejor.


Canta Carlos Chaouen “Hay un paraíso en cada piel y un dios en cada hombre”, los pueblos pues, son paraísos y yo aún creo en algunos de sus dioses.


Al hilo del discurso del día de Andalucía: El año anterior concedieron la medalla de Andalucía a Enrique Morente, fallecido en diciembre. En Omega tiene una canción de Leonard Cohen que a mí me mueve mucho por dentro, en donde las entrañas, como se dice por aquí.

“Me condenaron a veinte años de hastío
por intentar cambiar el sistema desde dentro
ahora vengo a desquitarme
primero conquistaremos Manhattan
después conquistaremos Berlín.
Me guía una señal en los cielos
me guía esta marca de mi piel
me guía la belleza en nuestras armas

(...)
Te dije, ya te dije
que yo era uno de ellos
Me amaste como perdedor
y te preocupa que pueda vencer.


No puedo menos que pensar que, efectivamente, me guía esta marca de mi piel y la belleza en nuestras armas, entonces,  porqué no reconquistar nuestra tierra, pero esta vez para nosotros.

De otro lado, nombraron hijo predilecto a José Saramago, otro gran hombre, también fallecido. Un visionario con su “Ensayo sobre la ceguera”. No he visto la película, pero desde luego, el director me gusta y los actores también, el tráiler contagia el desasosiego y te recuerda a una realidad demasiado cercana: “Más del 90% de la población ha sido afectada por una epidemia de ceguera, la enfermedad blanca es altamente contagiosa, no hay señales visibles de trauma ni síntomas, no hay cura”. Y luego, la chica, la mujer del médico  cuando dice aquello de “lo único más aterrador de la ceguera es ser la única que puede ver”… Creo que, afortunadamente, aún somos muchos los que podemos ver. 

Tenemos un himno bello nosotros ¡Andaluces levantaos! ¿Por qué? Solo con echar un vistazo tenemos la respuesta: en el paro, en la vivienda, en la situación de los jóvenes, en la educación. Nos hace falta un poco de amor propio y dejar la costumbre de ser los braceros del resto, la época de siervos ya pasó. “Harri eta herri”,  también corazón, pues quien no tiene el corazón de piedra, entiende el corazón del pueblo y en lugar de arrojar la piedra y esconder la mano, con ella construye y se la extiende al hermano.

"Se caio e aqui me mato acabou-se, ñao farei mais livros"
Pues eso, si caigo y aquí me mato, se acabó, tampoco yo enlazaré más letras, pero mientras tanto, esto es lo poco que hay.

Oídos sordos a “la voz dormida”.


Hoy los cantautores están tan apáticos como la sociedad, ya sólo le cantan al amor. Aunque soy más rockerilla, hay una canción de Ismael Serrano que me gusta “Papá cuéntame otra vez”, cuando la escucho no puedo menos que recordar las historias de sobremesa del abuelo adoptivo Manolo, cuyo nombre me recuerda otra canción inolvidable de Serrat "Se llamaba Manuel, nació en España, su casa era de barro, de barro y caña". Tendré que visitarte pronto antes de que mis oídos se cierren y tu voz se duerma.

Abuelo, no me cuentes nada.

No me relates ese cuento en el que, a pesar de la derrota, mantenías tu mirada fija en unas nubes vestidas del mismo gris que el uniforme represor, deseando que, de una vez por todas, estallaran en llanto para dar paso al azul del cielo. Yo no soy Momo, y no tengo tiempo para emplearlo luchando contra los hombres grises.

No me digas que hubiste de resistir contraataques muy rabiosos y que nada pueden bombas donde sobra corazón. Mi corazón solo es un órgano que, con su ininterrumpido tic-tac me recuerda que el tiempo pasa y que no dispongo de una eternidad para escuchar tus batallas.

No me hagas partícipe de tu indignación porque eliminan de nuestras calles las estatuas de oxidados dictadores, cuya vejez amargasteis. No sé, ni quiero saber, sobre cuántos cadáveres paseó sus bruñidas herraduras. Me desagrada solo imaginar el sonido de huesos al crujir.

No me regales trece rosas. Tampoco claveles portugueses si no quieres que lo único que revolucionen sea el centro de mi mesa o un rincón inhóspito en el que se marchitarán sin que
apenas aprecie su aroma.

No me hables de la “voz dormida", ni de Hortensia, la mujer que iba a morir; de interrogatorios en alfombras de garbanzos que hacen sangrar las rodillas, de tu exilio a un país extraño, de tu vuelta al exilio de nuestros montes, de tu esperanza herida, del amargo de la traición, de largas melenas de mujer rapadas, de vientres en flor fusilados. El granizo también cae sobre los prematuros almendros, la flor muere y el fruto no nace.

Hoy no me puedes preguntar por quién doblan las campanas. No lo sé. Desde luego, no lo hacen por mí. La muerte de cualquier hombre no me disminuye, porque no estoy ligada a la humanidad más que en relación simbiótica; y por consiguiente, nunca más me preguntes por quién doblan las campanas. Porque soy una isla completa en sí misma, y más emergente cuánto más sumergida se encuentre otra. No intentes dinamitar mi conciencia como si fuera el puente del enemigo.

Porque tras tanta barricada al final de la partida no pudisteis hacer nada, todo lo que se soñaba se pudrió en los rincones cubriéndose de telarañas, como tus ojos... Queda lejos aquel mayo, queda lejos aquel París y los días de vino y rosas... “Coged las rosas mientras podáis, largos no son los días de vino y rosas, de un nebuloso sueño surge nuestro sendero, para perderse en otro sueño”.

Es una pena que el olvido nos depare la repetición de la historia. Nos haga perdedores antes de darnos, siquiera, la oportunidad de luchar. Panem et circenses, la ignorancia de por medio y una rebelión de masas que nunca llega, que me hace perder la esperanza y comenzar a pensar que efectivamente seamos “la generación perdida”.

Mientras llega el olvido, la nada absoluta, la carencia de todo ideal, es alentador sentarme a la lumbre de la candela, escucharte y ser tierra sembrada de tu voz, pues de todos los seres que me componen los más extremos son los que persigo, los que se consumen en la inercia ondeante de un pozo de profundidad limitada me son insípidos. Y hoy, me he reencontrado con viejos amigos gracias a ti y a muchos como tú, pues vivisteis intensamente, sin la mitad de las posibilidades que tenemos nosotros, hartos de ser braceros de los grandes señores, hartos de vuestras albarcas de caucho, recibisteis con los puños cerrados a la desesperanza, los ojos bien abiertos ante el fusil, o lo que es peor, ante el paredón que más tarde sería lienzo pintado de rojo.

 ¿Cómo se puede seguir sonriendo tras todo el horror? No me respondas, lo sé: Con la conciencia bien tranquila por haber luchado.

O(h)dios


I.                   Odio a las lolitas desde que Edmond Dantes eligió a Haydée, es la suya una manía persecutoria y yo no corro tan rápido. No es el mejor ejemplo, dado que, hacia la esclava griega siento respeto, pero “el que la lleva la entiende”, puede que a quien más odie sea a Montecristo.

Envidio tus ojos de niña,
tu mirada,
tan vacía de gravedad como tus leves tetas.
Quizá porque siempre tuve mirada de mujer
y nunca jugué a la provocación,
un asunto más profundo que el escote.

Poeta,
amansa a tus lolitas
que yo tengo mis propias fieras.

Me gusta ser yo
quien estropea las últimas hojas.
De mis capítulos,
escribir  las últimas letras
o dejarlas marchitar con mimo.
Y, porque soy luna
en cuarto creciente,
nunca permití que las segara
guadaña ajena.

II.                 Odio a los cobardes que no son capaces de dar la espalda a la huida y la cara a sus cruces. Si fuese una moneda estaría siempre de canto, dando el cante para no decantarme, encantada de rodar en equilibrio hasta caer fuera de tu vista y así nunca sepas si ganaste o perdiste en tus apuestas.

III.               Odio la estupidez y sus contenedores. A los pasionarios sin pasión y con muy buen respaldo a sus espaldas, delante del cual es demasiado fácil ser incendiario sin fuego. Niños pijos que por tener, un perro flauta con pulgas, rastas y mierda, se creen de izquierdas. Soy demasiado difícil de encasillar en cualquier casillero, demasiado difícil de encajonar en cualquier cajón y demasiado fácil de encojonar con estúpidos. Tan independentista que, a veces, estoy a punto de constituir una nación yo sola. Ante todo el individuo.

IV.               Odio a la gente, creo en algunos humanos. Soy una antisocial filántropa y selectiva. Como mi bomba de destrucción masiva-selectiva.

Oh dios, me sería mucho más fácil culparte y odiarte a ti si no fuera atea.