jueves, 27 de enero de 2011

De dónde saco la inspiración.

¿De dónde sacas la inspiración?

Tengo un "diario de ausencias". Vivo una vida de urgencia y no sé si llegaré a vieja, pero tampoco lo sabes tú. Tengo una biografía de guerras perdidas y la memoria de una sibila amnésica, por eso emprendo con ganas nuevas batallas. No pronuncio deseos a cambio de monedas, aunque a veces, acumulo estrellas que luego destierro. No busco miedos bajo la cama porque los míos se dibujan en el techo de noches insomnes. Tengo más amigos de los que mis dedos cuentan y un sol, al que dejo que me invada dulce y tierno. Tengo dos corazones que nadaron al unísono en un mar que adoro, dos risas de leche,  dos ladridos y un maullido, mis dos manos... Gané todos los juegos de parejas y la pérdida siempre la llevé en solitario. Tengo algunas cajas cerradas y otras abiertas. Tengo flores relucientes y otras marchitas. Gusanos y frutas prohibidas. Las alas del fantasma de un pájaro que maté y que ya no vuela. Algún libro de cabecera y muchas canciones de cama. Mis rutinas solitarias y el descaro, nunca acostumbro ser una dama a las cinco en el salón del té, a esa hora mi boca huele a café. Tengo cuanto perdí y también lo que nunca tuve. No. No es cierto. No la tengo a ella.

¿De dónde sacas la inspiración?

Tengo un “diario de ausencias”. Hoy es tu ausencia que inspiro, en un verso preso entre pantalla y tecla, huérfano de tacto y saliva. Si tu ausencia expirara te perdería en un suspiro y de ti dejaría de estar llena. Llena de tu vacío, que todo lo contiene, pues mi palabra habita en tu silencio y tu olvido en mi recuerdo. En cambio, si tu ausencia no expirara, interrumpiendo el ritmo al respirar, no podría volver a inspirar, tampoco al poeta de la soledad. Y estaría de tu ausencia llena, pero muerta. Sin antes tender las culpas a expiar.

¿De dónde sacas la inspiración?

Tengo un "diario de ausencias". Mañana, tal vez, me ausente y mi hoja quede desierta.

Pero hoy... Hoy “amanece de nuevo”, así que despierta.

Clásicos: dibujos y esculturas.

El bloc de dibujo en mis faldas de colegiala y en su portada el discóbolo de Mirón. Mirona, mis ojos adolescentes adolecen de descaro para mirar a los tuyos verdes moteados. Los gallitos de pelea inflan buche comparando crestas mientras las gallinas cacarean comparando espolones de los candidatos en el gallinero. Pero ni tú ni yo ponemos huevos.

Te sentarás a mi lado, te sentiré cerca, sin mediar palabra. Inocente silencio ¿Inocente? Me vuelvo hacia el cristal como si no te mirara, te sueño, inventándote a través de la ventana, donde tu reflejo. Si me giro, mi vista gacha apenas alcanza tu antebrazo, que memorizo y trazo mentalmente para luego transdibujarlo. Me delato fetichista de los miembros de tu cuerpo, quiero tocarlo. Me dan ganas de ser yo el disco que accidentalmente corte tu cabeza para meterme dentro. Te regalaré un ramo de jacintos cuando te corte el cuello.

En el bloc lo tendré dibujado, fuerte, bien formado, escultura griega de concienzudo análisis anatómico, te he estudiado por trozos, los que abarcaba mi campo de visión que vidente, evidente-mente adivinaba que un día estarías al alcance de mi tacto. La inercia en las curvas se intensifica en nosotros que, haciendo de la fuerza centrífuga una excusa, nos fugamos de este mundo, yéndonos a otro, en que nos encontramos más cercanos en este inocente roce de piernas ¿Inocente?

Discóbolo de Mirona, cobraste fuerza y te amé atleta de la mitología helénica antes de saberte de la fe cristiana, de las lamentaciones, el profeta. Cuando hormigas vivas cosquilleaban mi estómago y enrojecían mi cara, cuando el beso, el de Rodin, el más bello, aún no había llegado pero estaba cerca y todavía no se habían vuelto a abrir las puertas del infierno y los amantes desnudos abrazados seguían leyendo en noches de verano, en el camino, bajo el chaparro.  Y aún no se habían endurecido hasta convertirse en bronce ni en mármol.

Llega tu parada, es tu destino y ahora es tu espalda que turba mi sosiego y mi tino. Más, turba mi creatividad, excitando el lápiz que desgasta puntas que más tarde afilaría como lanzas.

Una vez tuve un presente que ahora ha pasado, cuando en papel te creé creyendo que perecedero te estaba creando. Me dieron gato por liebre, yo compraba para mis dibujos hojas caducas y me las vendieron perennes. Hoy eres sombra en el bloc de mi memoria, es la primera vez que lo abro en mucho tiempo. Vulnerable me creíste cuando te soñaba en papel, te sentía en carne, te recordaba en piedra. La carne se pudrió y desapareció y el papel casi se ha borrado. Ya queda menos.

Universos II

I.                    Tiempos muertos:

La petite mort quiso hacerse mayor, perdió la consciencia de por vida.

II.                  Tiempos sodomizados:

La banalización del sexo le da por culo al amor, incluso al propio sexo si fuera reflexivo.

III.                Tiempos de oxímora (el plural que más me gusta de oxímoron):

Contradictoria contrariada me reafirmo y me confirmo: este plural me afemina.

Mi curva, tentación.

Rojo. No pases.
Tengo triturado el tomate,
que ya no late entre tanta sangre.
Por eso me colgué del cuello
(de botella)
el cartel de prohibido el paso
a la curva de mis tetas,
coto vedado de caza.
Insisto,
hazte el daltónico y cázame
soy presa fácil
reclusa ilusa
caso perdido
que hace caso omiso
a todos los rojos sumisos
hoy sometidos  y pasivos
ante la prohibición constante.
“Dame un nombre y domestícame”,
le dijo la zorra al principito
además de este montón de participios:
Amante amado,
cazador cazado,
domador domado.
Ejecutor y ejecutado,
abriste la reja y la veda,
la blusa y -del sujetador- la corchetas,
he picado,
quizá en lugar de zorra
fuera mosquita
(muerta).
Aceleraste con el semáforo cerrado
y nos hemos estrellado.
Ahora somos estrellas.

Verde.  Disponible.
Te cedo el paso
del baile que te concedo
Indícame con tus manos
en la curva de mi cintura.
Tú me llevas,
estaré atenta,
prestas las piernas.

Ámbar. Intermitente.
Como mis ausencias. 
Como mi disponibilidad.
Aprovechemos ahora para salir disparados
donde las señales de tráfico
sean de humo,
dispuestos al incumplimiento,
predispuestos a la quema,
a no ser cortafuegos
ni aguafiestas,
no llamaremos a los bomberos
cuando se produzca el incendio.

Me gustan tus manos
concentradas en el volante.
Es ésta,
mi atracción
de feria
contigo.
Puestos de tómbola sortean vidas,
a mí, que no llevaba papeletas
me tocó una bien perra.
Perritos pilotos y perritas calientes,
azafatas sonrientes
sonrisas (a)pagadas
que nunca cobrarán suficiente
para cubrir sus deudas.
Apuesto todo lo que llevo puesto
a que pierdes la ropa y te gano el pulso,
mientras entrecorto tu aliento.

Tus manos en la palanca de cambios,
yo que me apalanco contra ellos.
Parabrisas,
no las pares,
levantan mi falda
y me dan aire fresco en la cara.
Aceleras en mi curva preferida,
resbala el asfalto
y te emocionas ante el asalto.  
Es mi curva. Tentación.
Con tiento…
Tiéntame
con tacto.
Si nos damos la leche en esta cuneta,
como cuando éramos niños,
acabaremos nuestra excursión,
acunados tras el follaje.