lunes, 25 de abril de 2011

Poesía rupestre.


Poesía rupestre y sentimiento bruto. Hombre moderno y pintas de pintura.

En la edad de piedra me aburrí de la dureza y me puse blandita, intenté escribir un poema, y en lo profundo de mi cueva busqué una pared bien escondida. Cuando quise plasmar en la roca el dolor, sólo la manchó una lágrima que la humedeció. Intenté expresar la ira y al golpear la piedra la manché de sangre, deshaciendo mis nudillos y los enredos en ellos contenidos. Al describir el sexo y el deseo, de todos es sabido, pues ha sido así desde el principio de los tiempos, flujo y sudor.  En la guerra y en el amor todo vale, para mí, ambos son iguales, puedo por tanto, luchar contra ti a la vez que amarte. Me inventé el olvido y sólo descubrí el fuego, con el tizón conseguí un negro tiznón que no consiguió apagar las ascuas incandescentes bajo las sábanas de cenizas de mi memoria, la puta que todas querrían ser, muy muy selectiva y muy muy cara. Intenté la alegría de mi sonrisa y perdí unos cuantos dientes sonrientes.

De todos estos recursos retóricos me fui desprendiendo para ir más allá de la belleza en mi poesía y descubrir mi sueño. Como me daba miedo el descubrimiento, para defenderme o cazarle, me hice una lanza de punta afilada con la cuerda de mi cabeza y con el hueso de mi lengua que, desde entonces, quedó desosada, osada. Del intento frustrado de mi obra, solo quedaron manchas en la roca, cicatrices en la carne, sentimientos inmortalizados, de momento, eternos. Fosilizados.

Vienes tú, hombre moderno,  con tu visión universal de tu universo y solo puedes ver un cuadro de caza en mis colores primarios, en mis manchas, pintura rupestre en lugar de un poema. No adivinas que yo  sólo atrapaba un sentimiento puro para entregártelo en ofrenda. Si algún día pudieras entenderlo… Pero ese día aún no ha llegado.

Lo único que intentaba alcanzar era lo más extremo en los peligrosos bosques de lo interno, pero mi sino quiso que, al salir corriendo de aquel refugio, un alud de hielo congelara ese instante y me quedara inclinada a un milímetro de los afilados colmillos de un mamut, tan sorprendido como yo por este caprichoso dios del azar, una de las divinidades menores, más traviesas e inconsecuentes, pero de las pocas supervivientes.

Helada me quedé. Si me deshielas, dejaré de ser fría y sólida, pero lo pendiente jugará en mi contra, se hincarán en mi pecho sus incisivos, aunque no sea la intención de este elefante primitivo. No recuerdo qué descubrí para salir huyendo, quizá no huyera, quizá sólo buscase un poco de luz para llevarla adentro.

Ahora somos objeto de exposición, disecados ambos en un museo antropológico. A nuestros pies una leyenda: “Mujer primitiva cazando”. Ni el mamut ni yo tenemos el don de la palabra para desmentirla. Aquí, lejos del contexto de mi cueva, es normal que me creas cazadora y no poeta.

PD: Que alguien prohíba a ese crío levantarme el taparrabos, me está tocando mis primitivos ovarios.

Universos IV

I.                    Primitiva: Bruta emocional, consciente-mente irracional. Animal sensible.

II.                  Primitiva: Bestia de carga que vacía serones y rebelde se yergue orgullosa, aunque a veces añora estar a cuatro patas.

III.                Primitiva: Lotería y apuestas de mi estado (de ánimo). El azar nunca juega a mi suerte pues en su ludopatía no es suicida, sabe que cuando va en mi compañía, la fortuna, caprichosa y celosa como buena ramera de lujo, le da la espalda, vendiendo sus gracias a otro chulo, de sí mismo, más seguro.

sábado, 23 de abril de 2011

Cactus. Lengua de gata.

Hace tiempo conocí a una “morena que tenía la nariz mu chiquitina" y bastante malauva. Hoy que no está, recuerdo este fragmento que le escribí aquel día. Me gusta escuchar al hombre de hielo hablando de ella, guardándose en los bolsillos traseros opúsculos lapidarios sobre la tristeza. Siempre me gustarán más los chicos que las prefieren gatas, aunque a mí también me gusten los perros traicioneros que muerden sin antes avisar con algún ladrido.


La desconfianza y el prejuicio son sus instintos de cada día, también la curiosidad, la que le mueve a acercarse en busca del alimento que le ofrezco en mi mano de cuenco. Erizada toda ella, avanza despacio. De almohadillados pasos deja su rastro tras el camino realizado. Son sus huellas armónicas notas musicales de una canción muy especial. Es ésta una escena de la que yo sola tengo el honor de participar. La observo ¿Qué imagen tendrá de mí, tras esas dos lunas ora verdes, ora amarillas? El misterio de su mirada se contrae y dilata en su pupila. Me reservo las ganas de descubrirlo para seguir disfrutando de su cuerpo en movimiento, toda ella negra azabache, de una belleza depredadora y ágil. Intento no moverme para no ponerla a la defensiva y que se dé a la huida. Bien, continúa, se agacha y comienza a comer del alimento hasta que ya no queda nada y solo lame mi mano. Siento su lengua áspera y ella me deja acariciarla. El vínculo creado, lo sé, pero también soy consciente de su independencia, no es de mi posesión y eso me gusta.

La llamaste Cactus, a veces morenita, y ella se restriega contra tu cuerpo y se deja halagar por tus susurros. Escuchaste solo una vez su maullar de animal herido y te responsabilizaste de sus heridas pasadas y de sus cicatrices futuras haciéndole un bonito presente. Hoy, en esta madrugada en que acabas de salir, se acerca a mí mientras duermo, buscando el calor de mi cuerpo, mi monótono latir, se acurruca sobre mi pecho y comienza a ronronear, y yo me dejo hacer, inmóvil, para no alarmarla. Está a gusto. Yo también. Se abandona y me abandono tranquila, al violento oleaje, a este sueño de profundidades insondables. Tal vez compartamos el mismo miedo que, durante esos instantes, se hace más pequeño porque somos dos animales indómitos que no se dejan amedrentar. El día traerá un nuevo amanecer y cada una cogerá un camino distinto, habrá de enfrentarse a las fauces de este  “gran depredador" en solitario y sólo, al llegar la noche, sabremos de nuestra supervivencia, la una de la otra.

No sé cuántas vidas agotó antes de la última, si saldó cuentas o no con ese cabrón destino. Seguro que, orgullosa, le arrojó a la cara alguna de regalo y, aun dándole ventaja, le ganó en la partida. Aunque tampoco me extrañaría que, astuta le birlara alguna más de las debidas. No sé cuál será la última de las mías. Por si acaso, ten, otro zarpazo de despedida y un beso de lengua de gata. Bien lo merece esa lágrima perdida. Eso sí, recuérdame también a mí, como una salvaje hija de puta, sé que me ves como un animal bello.

Cuando me muera, si existe cielo, también yo quiero estar en el de los animales, aquí huele a “demasiado humano”.

Tasa natural de des-empleo y des-esperanza de vida.


Eres parado,
yo lanzada sin derecho a paro,
me emplean en la explotación diaria
hasta que,
lanzadera camicace
me apriete aún más el cinturón
de in-molarse,
deje de respirar
y un día explote de verdad.

Mi salario no tiene la misma sal que mi salero
con el que sazono mis huevos,
y, aunque a ti te aprecio,
no tengo precio y sí desprecio
las mil monedas que me arrojan como a un perro
a cambio de mi vida y mi tiempo.
Trabajadora para cuenta ajena
en detrimento de la propia.
Capitalismo o comunismo,
extremos inútiles de esta cuerda floja
del estado del bienestar,
un ideal noble vendido al consumismo,
y ahora debe encontrarse en nunca jamás
o más allá,
pues en el camino se tensa y nos ahoga.
¿Estás bien?
Yo estoy mal:
Mi llamamiento a la des(e)obediencia
no logra la insurrección social.

Que no te paralicen tus penas
pues aunque las cotizas al alza,
no cubrirán tu júbilo
jubilado
sin ni siquiera la media pensión
que, a este paso,
nunca alcanzamos.

Seré tu empresa,
trabájame
con gusto
pagaré tus impuestos revolucionarios
y tu InSeguridad Social
para cuando estés de baja o de bajón.
Te retengo un porcentaje de secretos
básicos para no quebrar cuando no estás,
te detendría a jornada completa
y trabajando a destajo,
pero la esclavitud se abolió
y se me echan encima de inmigración.
Te reduzco las dietas,
para que no engordes y te crezcas.
Si cumples las obligaciones con nuestra hacienda,
que somos todos,
algunos más que otros,
quien menos tiene sobre todo,
aunque tú dispones de un patio pequeño en ella,
te deduzco parte de la deuda,
sino, te embargo la mirada,
también tu lado de la cama.
Te prorrateo las vacaciones
para que algún mes veranees en mis orillas,
Mi despido es involuntario,
forzada mi despedida,
no hay indemnización por el adiós,
acordamos el finiquito y al paro,
que nunca se acaba, aunque sí la ayuda.
Cuando declares tu renta,
haz una cruz en mi casilla,
donde reza
Para esta niña toda mi riqueza,
si es negativa, dejémonos de eufemismos,
también mi pobreza”.
Yo te abriré la ventana y la puertecilla.


Apruebas mi oposición
y trabajas para mi estado
(de ánimo),
Yo estoy cerca de ser un ánima
animadora
que apuesta por tu equipo
aunque vaya en mi contra.
Porque ya morí
(de la risa)
y a ti aún te quedan fuerzas en las piernas
y cosquillas en los pies,
no te dejes vencer.

Tu tasa de pasividad es natural,
como mi des-esperanza de vida.
Deseo tenerte cerca
y, porque odio la espera,
exaspero reinventando el patetismo
poniéndome papeleras en la cabeza
para que eches los poemas que deseches.
Los desarrugo,
te leo(lo),
te descubro,
tal como eres.

No meto mi cuerpo entero
porque no he encontrado un contenedor
para mis residuos orgánicos
¿Quieres contenerme? 
¿Te contengo?
Mi reciclaje sería nefasto,
tampoco me gustan los puntos blancos,
en los que mi mente nunca se queda,
pues ya ves cuántas hojas caídas llena.

Cada día mi razón hace leña
con los despojos del árbol caído,
convenciendo a mi corazón de su irracionalidad,
quien la amenaza con la huelga general,
mandar piquetes a las arterias
y evitar que el tráfico de sangre y oxígeno
fluya hasta mi cerebro,
que celebra haberte conocido.
Él tiene la sartén por el mango,
a menos que el estómago,
ácrata radical,
ruja ante cualquier intento de gobierno,
zanje esta discusión de órganos
merendándose a ambos.
El sexo es el órgano impronunciable,
la llave que no se abre,
no suena porque va de intocable
(como los de Elliot Ness).

Hoy no seré luna,
ni tendré un mar en medio,
ni te retaré a un poema.
A mi pesar, y sólo hoy, seré una a-miga
que te tiende la mano
para que cojas el a-brazo
y paseemos juntos en este lunes al sol.
Jugaremos al dominó,
la dominadora seré yo,
luego echaremos un chinchón,
que a chinchar no me gana ni dios,
y no sé qué voy a dejar para cuando sea mayor,
pero para el mundo que no nos espera,
sin viajes del imserso ni dentaduras postizas,
mejor agotarlo todo,
low cost y mochila
sin escatimar en la sonrisa.
Si algún día aterrizas
y dejas de estar entre mis cien pajaritos volando
para que te agarre de la mano,
quizá me atreva a un musss...

jueves, 14 de abril de 2011

Vértice geodésico

Te gustan los lugares esdrújulos,
como mi nombre,
también un lugar donde recalar
al resguardo de malos vientos
cuando tu mala vela se torna traicionera.
A mí me gustan las palabras llanas,
como el pueblo,
que no me vota,
no me elige ni me lee,
no es mi (e)lector,
pero me re-bota,
como las tetas en mi ropa
cuando corro
de ti o de otros.

Es tu matemática una ciencia inexacta
Total es todo, total es nada”.
Todo es el camino,
nada es ningún paso.
Tu aritmética pierde las cuentas en mi métrica,
un mal cálculo propio de la imprecisión de mi oráculo,
sentencia un resultado equívoco,
pero no disponía de los parámetros necesarios
para despejar la incógnita
y los números siempre fueron complejos:

-          “La tristeza es un fraude”.
               Elige
               Ósculo o báratro.

No me engañes,
es la misma condena
y porque vuelo elijo el suelo
para dibujar círculos en la arena.

O

Me quedo al borde de la disyuntiva,
me has descubierto,
soy una moneda equilibrista al filo del agujero,
bailarina desequilibrada
que salta a la pata coja encima de una poza
Pero no anticipes mi caída,
ni fuera ni dentro.

O

La que no sé hacer con un canuto de caña,
con la que no pesco nada,
Tampoco me enredo en redes de deriva.
Menos mal que no estoy a su alcance,
me encuentro más al fondo
donde nadie emprende mi búsqueda, 
allí donde son necesarias las agallas
si uno quiere continuar con vida
aun cuando creía que había muerto.

O

Me quedo en el medio de tus alternativas,
no las mías,
táctica y estrategia.
A ti te gusta mi lírica,
a mí la épica.

Érase una vez que no fue más.
Desde un vértice geodésico
fui cartógrafa perdida en el dédalo de tu cuerpo, 
mis dedos desorientados dibujaban mapas a trazas.
Ya perdimos el norte de nuestras geografías,
nuestros universos han seguido en movimiento,
hemos cambiado los ángulos y las vistas,
y, aunque desnortados,
al sur nunca llegamos,
nos quedamos en este oeste,
quizá en aquél,
instante que ya ha pasado. 

Érase una vez que no fue más.
Coincidimos en el vórtice de una guerra
de fuerzas ajenas,
centrífugas y centrípetas,
que no nos deshicieron,
pero a punto estuvieron.
La supervivencia nuestra característica intrínseca.
Superviviente,
la estrella de los epítetos,
en esta obra sin prólogo ni epílogo.

Te parece anecdótico mi protagonismo,
que sea yo quien tenga el mango del látigo
y mi flagelación ordene al imperativo
y convierta al verbo en sumiso.
Quizá me tenías por un ser inseguro y tímido,
mi tono es gris, sí,
indefinida pero no insípida,
aún soy un ser sapiente,
tengo paciencia para barajar hipótesis
en esta ciencia
de sapos
y culebras,
bellas criaturas que salen de mi lengua.

Una cicatriz por cada Z,
de zigzag o de zorra, 
tras tus talones, Aquiles.
No fui yo,
siempre voy de cara,
para romperla o partírmela,
también me la partí cuando iba de culo.
Nunca dejé huellas
ni quise descubrir el significado de aquéllas,
tus letras,
tampoco que mi saliva las borrara.
Fue mejor mantener intacta la orilla de tu espalda.

Yo tampoco soy tu (e)lectora,
no es que carezcas de mérito,
pero conozco alguno de tus secretos
y mi pérdida nunca delataría el fraude de tu tristeza,
ninguna lágrima tropezaría en el rebate de tu párpado,
abriéndole la puerta al resto de compañeras prisioneras
para que, en noches de verano, salieran al fresco.
Tú eres más de tirar, con ímpetu, de la cisterna.


Mi tristeza también es una fraudulenta
que me defrauda cuando no me abandona
y no me deja en libertad incondicional
bajo fianza y con-fianza.
Si la denunciara, en el calabozo me vería con ella,
soy cómplice en este compromiso,
tenemos una relación formal
y, aunque sin anillo (vaginal),
la hemos sellado con cadena perpetua
so pena de muerte.
Quizá porque también seamos fieles hasta la médula.

domingo, 3 de abril de 2011

Felicidad en tu día, puta poesía.

Un lunes y de juerga en Santiago de Compostela alguien increpó a una puta muy hermosa. Mi respuesta fue un  despectivo “serás gilipollas” que se me escapó silbando entre los dientes, los mismos que un día, a causa de mis impulsos, alguien me echará abajo. Ella se acercó para agradecérmelo, tras conversar un rato me dijo que si aún no había visitado al santo, que pidiera por ella. Le intenté explicar que no iba a pedirle ni por mí. Ante lo cual se sorprendió y me sorprendió “Solo eres una cría dolida, pero muy guapa, me gusta tu sonrisa. Si quieres un momento conmigo, no tendrás que sacar la cartera, no será un trabajo”. Solo ella se dio cuenta entre tanta gente, alguna, de años atrás conocida, me hubiera gustado intimar más, lo suficiente para contarnos nuestras historias de “Mujer-citas”, descubrirnos la una a la otra en qué momento o qué hecho nos amputó el diminutivo “citas” y, un poco por orgullo, que retirara lo de “cría”, tal vez, por una sola vez, hacer uso y abuso del inventario de desdichas. Decliné su oferta de no-trabajo  dándole las gracias de corazón, pero encantada, le acepté la cerveza. Durante una birra y con una desconocida, en un baile de acentos andaluz-galego, no me sentí sola, sin necesidad de ser camaleónica para adaptarme, no coloreé mi piel a la norma social y no encubrí mi soledad en la forma de sentir.

Es tu día poesía,
la primavera se apunta a la fiesta
regalándote un sol radiante para tus trenzas,
yo vengo con estiércol y tierra,
para echártela encima.
Enterrarte, semilla,
olvidarte.
Pero siempre afloras, superviviente,
a pesar del duro invierno,
aunque no me engañas con este falso milagro
del muerto resucitado,
pues aún llevas las cicatrices del reencarnado,
a punto de abrirse y seguir sangrando.
Me ayudas y a la vez me condenas,  
flor obstinada
que hiedes a pútrido poema


Es tu día, poesía.
Invítame a un buen vino,
sacrifica tus dioses a  tu himen poético,
metáfora del mío,
prosaico,
pues yo sólo tengo adioses
y ningún santo entra en mi santuario.
Se regenera mi virginidad por un ángel sin sexo,
metáfora del zurcido de un recuerdo,
del remiendo de un cerebro.
Celebro un ritual.
¡Cuánta alegoría!
¡Alegría!
¡Brindemos!
¡Por ti primero!
Si lo hacemos por mí, se romperá la copa
y tendré que quitarte la ropa,
para lavarte las manchas,
repasarte con la mirada y los dedos
por si algún cristal se hincó en tu cuerpo.
Aprovecharme de la ocasión
yo que siempre la pinto con tu cabello,
y acariciar tus pechos de versos,
de los que yo bebo
con la desesperación del amamantado,
pues soy una inocente
que no entiende del lenguaje humano
y solo sabe pedir amor llorando
su pérdida de antemano.
Te preguntaré tímida, muy bajito,
si quieres que sigamos,
humedeciéndote el oído,
por donde entra mi saliva
en busca de tus entresijos
encontrando entre tus piernas la salida,
cuya puerta abro activando suavemente tu trampilla.
Te conozco y me conozco.
Preséntame a la mujer que piensa
en el sexo y sentimiento por separado
y no cogidos de las manos.
Yo he de ser de otra naturaleza,
pues si te follo siento tu presencia,
si me masturbo siento tu ausencia,
y en ambos actos te deseo cerca,
tanto, que te hago - y me hago- el amor.
Consigue el éxtasis celestial
hinchando la métrica
y mis recursos figurados que te meto a pelo,
de dónde te agarro
con fuerza pero sin tirar demasiado.
Confundo lo sustancial  y lo adjetivo
con-jugo el verbo adecuado,
para que me dejes entrar
en ti, con esta lengua mía,
ora ordinaria, ora extraordinaria,
ora refinada, ora atrevida,
pero ora oraciones, gracias y perdones,
plegarias y maldiciones,
en las profundidades de tus adentros,
incendiando avernos, desde antaño congelados.
¡Qué demonios! ¡Atea y estoy rezando!
El orgasmo es un instante contradictorio,
una pequeña parcela de cielo e infierno,
muerte y vida,
cima y sima.
Un instante en que quiero decirlo todo y callo.
Descubro los secretos ocultos del mundo
y antes de que mi memoria pueda aprisionarlos,
los ahuyento, al amparo del olvido inmediato.


Siempre fue sincero mi amor por las putas líricas,
de sonrisas en la cara,
tristeza en la mirada
y en los gestos.
Con su hospitalidad húmeda y calurosa,
abiertos los labios, cerrada la boca,
te dan la bienvenida sin besos.
Siempre les dejaré unas cuantas rimas de propina
tintineantes como monedas,
aunque nunca logren (a)pagar sus penas,
ni las mías,
encenderán una bella apología
brindando entre soledades y miserias.

Dama Drama DesDramaTiza

Cuando era chica y vivía en una aldea, siempre, por esta fecha, aparecía la furgoneta ambulante del vendedor de pollos que, por sus altavoces, enumeraba su mercancía: “Pollos, pavos, pollas… Pollitas, gallinas ponedoras, mininas, gallinas de pescuezo pelao…”. Le esperábamos hipnotizados por su interminable enumeración. Te asomabas al maletero y veías su género, todos ellos tan minúsculos y huerfanitos, inquietos en sus cajas, moviéndose acelerados en muy poco espacio, como los espermatozoides de una gota de semen observada al microscopio. Entonces, te hacías creyente de todas las religiones, rezabas para que la bruta de tu abuela los eligiera a todos, en especial, a los más apagados que nunca debieron abandonar la protección del frágil cascarón para correr los riesgos de la dura intemperie. Ella nunca los escogía, era buena tratante. Menos mal  que el negociante también era bueno en su empresa y tenía por costumbre regalarnos alguno de estos calimeros enfermizos de poca esperanza de vida, supervivientes hasta que dejaban de serlo por muy diversas razones: Bien porque a pesar de prevenirlos contra las curianas, metiéndoles a la fuerza en el buche el correspondiente grano de pimienta,  éstas, con nocturnidad y alevosía, le sorbían el jugo de la vida por el culo; Bien porque alguno de los gamberros que formaban parte de la familia de los primos insistían en que los polluelos, al igual que los patos, podían aprender a nadar y para demostrarlo los arrojaban a un bidón de agua helada con cal sedimentada en su fondo, donde la criatura se sumergía bajo nuestra mirada, atenta al principio de Arquímedes, horrorizada cuando perdíamos la fe en que eran superdotados y directamente aprendían a bucear, pues nunca más resurgían a flote, quedando enterrados en la cal mojada, para no dejar huella del asesinato; Otro de sus enemigos mortales era el calor sofocante del verano que siempre asfixiaba a alguno de ellos, o algún zorro que bajaba de la Camorra, la montaña a cuyos pies vivíamos, aprovechando la complicidad de la noche para hacerse con sus víctimas. Aunque el indiscutible protagonista de entre los malos malísimos siempre era el inapelable verdugo, el cuchillo de mi abuela, que de una tajada limpia, rebanaba sus cuellos. Entonces yo la odiaba mucho más que de costumbre y sólo me reconciliaba un poco con ella cuando me sentaba a la mesa a comer un riquísimo guiso de pollo con papas.

Dama Drama DesDramaTiza
porque es una Dama PoeTiza.
Poe  porque tenía un corazón y  un cuervo
que asesinados,
uno, seguía latiente,
escondido en  el entresuelo,
el otro, graznando en el cielo,
para delatar un crimen no tan perfecto.
También tenía un gato negro
que maullaba por el quejío de su dama magullada,
que solo tenía una vida pero como siete sangraba.
Tiza porque atiza y matiza
atando y matando
los cabos no acabados 
ahorcándolos en una tomiza
que es una guita,
soga  o cuerda ,
de la que sus inconclusiones cuelgan
cuando les retira la silla
para que no se (a)sienten,
colgándole las piernas al recuerdo
que saca su lengua morada
para hacerte burla y derramar
todas estas palabras con babas.

Tiza, porque  escribiendo desdramatiza,
porque es Dama Drama
poeta de riza
que no ríe pero hace gracias,
para luego dárselas
a todas las payasas que la salvan,
cuando se ahoga en los ríos de sus lágrimas.
Reinventando,
exagerando películas,
“llantos y carcajadas”,
en las que ninguna quiere el papel de enamorada,
aunque todas en la vida real,
fuera de escena,
se confiesan  polla-dependientas,
 despachan pollas
en el patriarcado del amor,
son tenderas.
Les atenderán, cada una a su manera:
Si la quiere para regalo le pongo lazo.
Si odia que tengan plumas,
las desplumamos de un plumazo.
También las tenemos solo con el pescuezo pelado,
si la compara con sus compañeras,
creerá que el suyo es más largo.
Si las quiere mininas, tienen los huevos pequeños,
pero son buenas ponedoras.
Las pollitas no dicen ni pío ni pían,
cacarean cuando ponen,
presumiendo ante el  gallinero.
Si  necesita el calor del abrazo búsquese una clueca.
Para el mejor caldo, el de gallina vieja.
Y si con gusto la saborea, en su boca se volverá turuleca.
Pero si usted busca una polla que no piense sólo por su cabeza,
olvidándose de lucir cresta,
sienta con el corazón,
ponga todos los huevos en el asador
y más que quemados acaben escocidos,
entonces, no sabe a qué hazaña se enfrenta.
Desista, dese esta noche unas vueltas,
acabe ciega.
Aún así, antes encontrará una aguja y un dedal en un pajar.
Con la paja, recréese.  Luego arréglese el traje,
con la aguja quítese la espina de su dedo (corazón)
y para la próxima, que el dedal la proteja.
No se engañe, nada es fácil,
ni siquiera, coser y cantar.

SuperLuna (19/03/2011)

Quizá sea mi heroína, mi droga más pura, aunque las estrellas la llamen puta, tengo una relación especial con ella y la admiro. Tal vez porque también tengo un mar en medio, mi particular Estrecho y, por eso, también influye en mis mareas. Hoy, en los Baños del Carmen, estaba más cerca que nunca, pero sigue inalcanzable, o no, quizá todo dependa de dónde se encuentre uno... He pensado en qué será de nosotros dentro de muchos años, cuando vuelva a acercarse tanto. Si seguiré aullándole en silencio, si lamerá mis heridas y si seguirá presente en mis reglas. Hoy es luna llena, de deseo y poesía, por eso he recopilado alguna de tus letras, Selene,  libre en tu soledad, iluminándonos con tu mirada. Qué pena que algo bueno, como descubrir a Endimión  en aquel refugio,  conllevara la pérdida del significado de la palabra refugio.

En la madrugada de mi bolsillo no había monedas para el deseo, sólo una poesía arrugada para la luna. Pero en la madrugada del estanque la luna ya estaba llena, hasta reventar, de deseo y de poesía, así que el papel fue, una vez más, papel mojado. Yo también me mojé, una vez más… Cogí las monedas del fondo para tomarme un café bajo un sol previsible. Pues no pasó lo imprevisto, yo quería "bañarme en tus ojos y que se jodiera el mar".

La luna lunera es luna salvaje
y porque no sabe contar,
cuenta,
historias de putas y ángeles.
Y porque no sabe jugar
le aburren los juegos de damas
y en su ajedrez se mueren el rey y la reina,
sube el peón a la torre,
se suicida la cursi doncella
asesinando al príncipe del cuento azul,
comprobando el color de su sangre real.
Homicidio involuntario.
El caballo, del gusto, se corre.
Corrida de caballos.
Aposté que el cojo ganaba la carrera.

Y, porque no quiere soñar más
pasa la noche en vela,
se le fugan los deseos
mientras mira a las estrellas.

Si está en cuarto creciente,
córtate el cabello, Sansón sin miedo.
No temas perder la fuerza,
que si por Dalila no pierdes la cabeza,
será el tiempo quien te deje calvo,
te haga perder los dientes
y ella se vuelva obesa,
o se mate a hambre y pesas.

En luna nueva te dará la espalda,
cambiará su velo de cara al amanecer,
pero no sigo que te desvelo
el talle
de mis versos
y acordamos que los leerías con los dedos.

En cuarto menguante no hurgues en su cráter
donde ahora late
un reloj.
Que por dejar huella en ella,
la marcaron con un pisotón.
Se hizo pequeña hasta casi desaparecer.

La luna llena aúlla
para los nómadas de lo prohibido,
luna que tiene boca y se equivoca,
nunca podrá limar su lengua con palabras civilizadas
porque sus rimas son esdrújulas y sus horas brujas,
alimenta a sus bestias.

Que el poeta la amanse,
pero que no la meta en el estanque,
que ella sólo riela en agua salada
es la reina del mar y sus tormentas
y de la noche se cuelga.



Poeta,
tentaste a la luna nueva,
que abandonó su torre vigía,
acercándose mucho a ti
y aunque no llevaba escudo,
ni armas,
no pudo evitar su naturaleza guerrera.
La hiciste crecer,
se confió, menguó y se llenó,
de rodillas golpeó la tierra,
para hacerte temblar con ternura.
Tras el seísmo, solo nubes de cenizas.

Seguiste tentando,
tensando la cuerda de la locura,
mientras ella solo pedía a Gea
que, fraternal, se compadeciera.
Que se detuviera
para verte cada noche,
o que avanzara rápido,
salieras disparado
y el olvido te hiciera su blanco,
pues cada vez que estáis cerca,
un terremoto sacude su existencia.
Y vuestra historia embriaga a la eternidad,
a quien nunca le gustó leer novelas.

Yo no te tiento, ni siquiera en esta noche negra,
en que el cielo es un tablero recién pintado,
y otra vez la luna se llena:
una mancha por cada tentación.
De nuevo penitencia.
Luna funámbula,
más te valdría ser atea,
abajo hay espectadores
y estás enseñando las bragas,
no las cagues más,
pues hoy están especialmente visibles,
con esta antilogía poética,
que terminas con versos alguna noche
y otras,
en la cuerda floja,
te la juegas a tientas.
Al final te perderás,
cuando se despida tu ángel fugaz
con rimas y no con besos,
hablando de llegar “a_Marte”,
sabías que con llegar a ti no se conformaría,
un soñador sólo desea su sueño
hasta que en un amanecer real deja de serlo.
Por eso esconde las manos y las caricias
ahora que estás al alcance.
Piérdete.
Vuelve al reino de tu cielo. 

Él es el inalcanzable.