miércoles, 30 de noviembre de 2011

Fuego fatuo III: La mujer de hoy

La mujer de hoy puede hablarte de la niña de ayer; Pero de la mujer que es, sólo te podrá contar la vieja de mañana.

La margarita se rebela


Una vez vi algo extraordinario. Una margarita se rebeló contra una de esas tontas que arrancan sus pétalos con la monótona cantinela del “Me quiere. No me quiere”:

¿Es que no basta arrancarme la cabeza del  tronco
sino que mientras me queda un poco de vida,
me torturas,
sacándome los pelos uno a uno,
porque no eres capaz de tirarte de los tuyos
y no contenta con la respuesta obtenida
justo cuando muero calva,
como la oportunidad perdida,
coges a otra hermana
y si conmigo comenzó la historia con “No me quiere”,
pruebas esta vez diciendo en el origen “Me quiere”?

Si te quisiera no dudarías, estúpida asesina.

Me dueles

Como un raspado sin anestesia
en la matriz del sentimiento
y entonces, nace este feto muerto.

Como un galgo cojo que, inútil para la cacería
y tan flaco, queda colgado del árbol.

Como la tristeza de la madre que cierra los ojos
y al volver a abrirlos los ofrece vacíos,
sin la imagen de su hijo,
el que ha desaparecido si está en la plaza de Mayo,
o el que no nace, si la madre se llama Yerma.

Me dueles, como las moscas que, porque
no sacian su sed de muerte en cuencas vacías,
acuden a las infantiles cuencas pardas,
aún, por hallarse en el principio ―y casi al final―,
con algo de vida.

Me dueles, como la sequía que cuartea
la tierra y hace baldías
las heridas de mis manos
que cavan desnudas hasta llegar a la roca
para que la humedad florezca
con pétalos de agua, mojando esta
absorbente bayeta
y en breves instantes el fruto perezca
sin que el esfuerzo merezca la pena.

Me dueles como la encefalopatía espongiforme
de mi cerebro que se empapa de empatía.
Como los dedos que tocan la campanilla
y suenan los repiques de la bulimia.
Porque después del atracón
viene la tormenta y después de esta,
la bilis, y antes que la calma, la culpa.
Me dueles como las portadas de anoréxicas revistas,
como los ojos de la chica de 13 años,
deseando y odiando,
la chocolatina que miran,
salidas sus costillas.

Me dueles como el gato que desuella un enano hijo de puta,
como el insomnio infantil y la explotación del tirano,
como los niños que caminan quilómetros descalzos
con los zapatos en las manos, que sólo se calzan
cuando llegan al colegio, para no ensuciarlos.
Dame el pegamento,
esnifarlo me hace soportarlo.
Haremos un trabajo manual
pegaremos inocencias rotas,
que tú pagarás con 30 céntimos.

Me dueles como la vulnerabilidad,
como los chuzos de punta
que caen en la ducha de la mujer violada.
Otra ducha, no me limpia este agua
que siempre sale sucia.
Roja en una mujer rota.

Como las corrientes del estrecho,
como las alambradas de espinos tras el ancho desierto,
como la profundidad donde se hunden los sueños,
como las orillas llenas de muertos.
Como los calambrazos en la tortura,
como lo corriente del chantaje,
como la normalización de la barbarie.

Como los dientes arrancados,
como pezones estériles de leche
que muerde las encías del amamantado.
Como el padre impotente que no puede salvarlo.

Gran dictador, te metería por el culo tu báculo
o te haría utilizarlo de remo en tu patera,
abandonándote a tu suerte entre tempestades,
y que te hicieran justicia las fuerzas de la naturaleza,
que te destrozara la furia de los mares,
que te enfrentaras a todos los cadáveres que dejaste.

Me dueles desde el momento en que estás en la frontera
de mi ser,
como el más desafortunado de los animales abandonados,
doliéndonos tu herida a los dos,
desde afuera hasta adentro,
y a la inversa,
desde dentro hacia fuera.

Me dueles como toda esa risa por las calles
llenas de imbéciles que siguen con vida,
Me dueles como la consciencia:
sé que sólo es envidia
porque ellos no sufren mis duelos,
porque estoy sintiendo sobre mí la tierra fría.

Pero si fuera un dios, sólo una divinidad menor,
sacudiría el mundo de tanta malaria
aunque pocos sobrevivirían de la raza humana,
porque este dolor, me duele como una pandemia
llevada sobre mis hombros.
Idiota, individualista juego a Atlas
y me creo con fuerza titánica.

Me dueles como la vida tan desvinculada de la muerte
en este,
el primer mundo con la urgencias llenas de depresión.

Me dueles como la muerte tan vinculada a la vida
en aquél,
el tercer mundo con la emergencias llenas de hambres.

Me dueles como la confusión entre ambos
en mi segundo mundo inexistente,
donde el bienestar es un estado ausente.
Pero continúo en guerra, a caballo entre los dos.
Me dueles con un llanto desconsolado
como un nudo en la respiración,
y atragantada por la desesperanza,
me vuelvo morada y luego gélida piedra.

Me miro al espejo y me rompo,
me unto de potingues hidratantes
antiarrugas prematuras
que hacen huir a la expresión sufrida.
Lleno las bolsas de mis párpados
de lágrimas no vertidas.
Y tras el vapor me descubro.
Y si no me gusta,
te abro los ojos
y en ellos me veo más guapa
y te echo una sonrisa
y vuelvo a soñar y me visto de verde
aunque sea militar,
preparada para la contienda diaria,
para darme un golpe de estado
y cambiar de ánimo.

Me dueles como esta luna de uña,
que araña el cielo de la tierra,
maravillada por su belleza lejana,
y al analizar los restos de su re-verso
al microscopio, de cerca,
descubre que sólo es mierda.

Y descubre lo engañoso de la publicidad:
“Sigue jugando: rasca y gana”.
Y a pesar de todo sigue jugando,
picada aunque siempre pierda.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Jugando con tutú y yoyó

"Eres mi hermana, nacimos tan inocentes y llenas de necesidad. A veces éramos muy amigas, pero otras era tan cruel. Sobre todo aquellas noches que te pedía que me mirases mientras dormía. Yo tenía tanto miedo de la noche, y tú te manejabas tan bien por mis miedos. Vivías en mi mundo tan dura, con la sola protección de tu generosidad innata. Eres mi hermana y te quiero. Ojalá se cumplan todos y cada uno de tus sueños. Nos sentíamos tan distintas y con los años somos tan parecidas. La forma de reírnos, la manera de sufrir. Tantas vivencias, imposible olvidar gestos y palabras que nadie más conoce. Eres mi hermana y te quiero. Ojalá que se cumplan todos y cada uno de tus sueños. Eso es lo que espero, que se cumplan y se hagan realidad" Antony and the Johnsons. Traducción cortesía de "Mi canción de hoy".

Si sí es emperatriz
Nono, es el no-ve-no emperador,
ciego, como todos,
en matrimonio contradictorio,
en este irremediable sino.
Sí, la palabra complaciente
No, la más salvaje1.
Mantente firme, siempre fuerte.

Tu tú es lo que más quiero de ti,
aunque no me gusten tus nalgas.
Es una maldición, mujer.
¿Y si te vistes de chico?
¿Y si te veo con pito
y en susurro me das un silbido?
¿Y si me pongo chaqueta de pingüino?
¿Y si me desnudo contigo?
¿Y si al abrazarnos nos sacudimos el frío?
¿Y si…? Evocador condicional.
Isis fue una gran maga
y yo una pequeña dama
de baja cuna,
de alta cama,
siempre en la luna. 
Pero entre tú y yo no hay condiciones
porque el cariño es gratuito
y para todo lo demás,
llevemos vacío el monedero.
Aunque, espera…
el mío suena a duros
golpes
de reloj
tic-tac
tic-(también)toc,
toc-toc
¿Hay alguien ahí?
No, es mi monstruo interior.
Carcajadas, patéticas y divertidas.
¿Tienes cambio para este billete de corazón?
Es pura chatarra lo que te ofrezco,
calderilla para tu bolsillo.

Yo yó, me repito y me acentúo
cuando te digo que te quiero
como a mis hermanas
que me cuentan mil cuentos
y sacan la pócima mágica
del sombrero,
haciéndome cosquillas
en los hoyuelos
sacándome la risa
de los adentros
mientras me rascan la espalda
y me tranquilizan porque “no pasa nada”.

¡Ohhh!
Es la primera vez que me disfrazo
de Charles Chaplin bailarina
en esta danza clásica que es la vida
con mis tirantes sujetaremos las tiranteces y las braguitas
por si sus gomas se aflojan, que no nos lleguen a la rodillas,
y nos hagan perder el equilibrio con estas autozancadillas,
la dignidad siempre arriba,
de puntillas aunque nos duela
el dedo gordo del pie,
alzados los brazos y la barbilla
el cuello estirado como un cisne elegante,
que ha olvidado que fue el patito feo
con ese pescuezo interrogante,
con sus plumas despeinadas,
mojadas las dudas, 
con nuestras medias tintas
para mantenernos enteras,
pintándonos una lágrima en las ojeras.
¡Shhh!
¡Silencio!
Nos hemos vestido de mimos
para hacer más llevadera la existencia
cuando las hadas se vuelven traicioneras.

No olvidaré nunca que tu tú,
forma parte de mi yoyó.
Y si nos repetimos mucho,
será nuestro defecto imperfecto.
Será amor, en efecto, este afecto.

A ti, que te tengo al lado,
a ti, que te echo de menos,
a ti que ríes y sufres como yo.

"Espero que haya alguien que libere mi corazón y que me abrace cuando esté cansada."

  1. Expresión que si mal no recuerdo es de Emily Dickinson.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Episodios inconclusos. Fábulas sin moralejas.

En un campo de concentración de Berlín, las puertas de las diferentes estancias estaban ordenadas alfabéticamente. Entrabas por la “A” con el lema grabado: Arbeit macht frei, "el trabajo hace libre" y salías por la Z (hecho unos zorros). No os preocupéis, en España no nos pasará eso, no hay trabajo y siempre seremos presos de nuestra libertad de “elección”. Le di mil veces a la audioguía de voz impersonal para escuchar una poesía, creo (no me atrevo a afirmarlo, las notas son confusas) que de un hombre llamado Fritz Melt. Me encantaría recordarla, la he buscado y no la encuentro, solo he retenido que al amanecer, miraba por la ventana y se ilusionaba viendo bailar las chispas de sol en el patio, pero acababa triste porque no sabía, si serían producto de su mente, que igual ya comenzaba a fallar. Me recordó el poema de Marcos Ana y los hermané. Fuimos las últimas en salir de allí. Me di cuenta de cuánto nos parecíamos mi compañera y yo y nos hermané. Cada una sola sin sentirnos solas, paseando por las instalaciones del horror y dándole una y otra vez a “profundizar”. “Si quiere escuchar qué le dijo el niño a su madre, pulse la tecla XX para profundizar”; “Si quiere escuchar la poesía, pulse la tecla XY para profundizar”. A veces, de tanto profundizar, necesito la tecla de “salir a flote”, pero de tanto usarlo, este chisme se ha quedado sin pilas.

Suena en el mp3 "¿Qué hacer con toda la ira que tenemos guardada?". Y su tono chulesco me pone y me predispone, y entonces cojo posición, me agarro fuerte al suelo y cierro los puños. Y me doy de bruces con un recuerdo, el muro en que rezaba, al lado de la esvástica, "Concentra tu rabia". Lo hago. En verdad la concentro, tanto que he hecho de mi cabeza un campo de concentración: pensamientos, pre-sentimientos y sus sentimientos, sensaciones, sueños y recuerdos, vestidos con pijamas de rayas o trajes de árbitros sin silbatos para que no interrumpan el silencio de mi cine mudo, cada uno con su buena o mala estrella, pero sin número,  piden la vez o se agolpan todos, dando vueltas en este, mi mundo que, como escribía Marcos Ana, es un patio, un patio donde giran sin espacio, sin descanso... 

Concentro mi rabia, pero el muro no cae y mi cabeza no sangra. Y seguimos dando vueltas y golpeándonos, cada vez más cansados y resignados. Y mis nudillos se deshacen desenredando lágrimas. He caído en el automatismo, mis conexiones neuronales se han acostumbrado, así que de vez en cuando me golpeo por costumbre, para no desvestirme de viejos hábitos sin los que estaría desnuda de toda fe en este, mi hado malhadado, y me serviría en bandeja de puta1, lista para la desinfección en las duchas, incluso para el baño de gas.

La canción continúa "¿Qué voy a hacer con todos los cadáveres fríos?... En el renglón torcido del camino correcto". Puto Torcuato Luca de Tena y las lecturas obligatorias. Todo son referencias erróneas, lugares predeterminados. Voy sin gps y mis sentidos no entienden las coordenadas. Dispongo del mapa gastado de la locura. No me hallo más desorientada que en el de la lucidez. La canción me habla y yo le respondo en este duelo silencioso. Poco ruido y muchas nueces rotas, con cuyas cáscaras hacer una barquita y echarlas a navegar en el mar del fregadero lleno, o usarlas de yesca para una gran hoguera. Y con su interior, tan parecido a un cerebro, comérmelo.

Estoy perdida y voy de puerta en puerta, de letra en letra. Y como no quiero usar los números, no me salen las cuentas, sólo cuentos. Si huele demasiado a carne quemada es que me confundí de entrada. No os sintáis cómplices de este genocidio, es autoinducido. Y mi alma sale por la chimenea y vuela, como el humo de esta sopa de letras que, hirviendo, te empaña las gafas y aun sin ver, sigues sorbiendo, porque prefieres no interrumpir el saber.

“Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.
Pero el mundo es un patio
Un patio donde giran
los hombres sin espacio.”

  1. Expresión que creo le leí a poetaipunto.

Capricho de niños

Quiero el refugio de mi cuba oxidada,
abandonada al lado del chaparro
y el columpio de la rama más alta colgado,
quiero mi choza en las montañas de ramón del olivo.
Quiero mis botas con dos cuartas de barro,
y mis renacuajos de los charcos.
Y en el pan de cuarterón: el hoyo
de aceite y azúcar
con la migaja de miaju.
Quiero mis tardes lluviosas de olor a humo
cuando hasta éste, temeroso del frío,
prefería quedarse en el cuartillo
y junto a la candela, se resistía a salir por la chimenea,
conservándonos a todos ahumados.
Quiero arrimarme tanto al calor del hogar
que me salgan cabrillas en las piernas.
Quiero mi chorizo en manteca y mi silla de anea,
las castañas asadas y las bellotas.
Quiero la lluvia furiosa golpeando la ventana
exigiendo entrar y resguardarse de ella misma,
de su propia rabia.
Quiero tras la lluvia, salir en busca
de la esparraguera de las cunetas;
del caracol en la hierba
que se parte los cuernos y la cabeza
para llevar su casa a cuestas,
envidiando a las babosas;
de las alúas y sus alas,
¡los ángeles debieran dejarse de tanta pluma
y sacar sus sexos al sol!
Quiero mis pedorretas con los sobacos y por fin,
aprender a silbar y a echar un gargajo.
Hacer cola para, cuesta abajo,
aprender a domesticar una bicicleta, la motoreta,
y perder el equilibrio, justo cuando no estás a mi espalda
me dejas sola y me doy cuenta.
Ya es tarde: rodillas desolladas,
paliza, grasa en los pantalones
y parches en las rodilleras.
Tiritas para que no se salgan las tripas,
tiritas para bailar cuando suena el frío.
Parches y tiritas para mis ojos
para no desbordarme 
y que se me salgan los adentros.
Echar carreras como galgos flacos.
Mear de pie y aprender que mejor, sentados.
Nuestras tardes de empezar fingiendo la lucha libre,
primero sin rozarnos, para al segundo acabar a palos
limpios
y manchados.
Las vigas de mi techo y sus polillas,
las frías sábanas blancas níveas del invierno,
asomar sólo la nariz por el cobertor
y fingir que fumamos al exhalar el vaho.
Recordar en ese momento una historia de miedo,
aunque sea de las malas del “club de medianoche”
y con la escusa de darte un susto disfrazada de fantasma
con todas mis mantas encima, compartir cama y abrigo.
La lengua áspera del becerro  al darle leche en polvo.
Criar al gorrión caído del nido y al cachorro herido
por la brutalidad del humano.
Escondiendo a ambos a sus ojos.
Ver cómo la vieja bruja hinca la nariz en la mesa  
cabeceando aburrida de nuestros cuentos de hadas,
en que siempre ganamos.
Quiero mi libro del “club de los cinco”,
inventar una aventura.
Me toca ser Georgina porque tengo el pelo corto,
no me digas juanillo machopingo,
llamaré Tim a este cachorro que hoy dormirá con nosotros.

Junto a la Camorra, la montaña más mágica,
ver la luna que se asoma cundo quito el trapo verde.
Sólo desde esta ventana rota
se ven los unicornios que re-linchan
porque son muy chulos, a los caballos,
que pierden las carreras porque no vuelan,
el zorro le cuenta una historia a la gallina
para que deje de ser tan cobarde,
y la lechuza, sin parpadear, nos mira.
Quiero a Platero y a Cordera.
Te quiero a ti a mi lado.
Te quiero a ti a lo lejos.
Quiero todas esas sensaciones,
las mismas,
pero con otra vivencia.
Y seguir siendo yo.
Tengo el capricho hoy,
de no saber de su existencia,
de no quererla,
de hacerle desaparecer
de la faz de la tierra.

“Si te quedas conmigo volverás a reírte de verás”. De nuevo hago magia.

sábado, 12 de noviembre de 2011

“Un mar en medio”. Da mar, isla bonita.


Me acerco a la (h)orilla indecisa, atraída por la llamada de las olas y los adioses, que tocan la aldaba de mi puerta y se alejan como crías traviesas para esconderse y, desde las profundidades de sus húmedas madrigueras, observar mi cara de tonta. Pienso en esa infinidad de gotas, tan saladas todas ¡Ni que fueran andaluzas!, ¡ni que fueran malagueñas salerosas y su canción suene en las herrikos! Y me pongo en el lugar de una de ellas en la embestida.

Se me plantea un dilema:

¿Cambio de ambiente y estado? ¿Cambio mi vida y cuando llegue a la tierra, me agarro fuerte a la arena, boqueando con mi boca (si la tuvieran) de pez agonizante, filtrándome en nueva materia, textura, temperatura, ambiente, incluso a riesgo de desaparecer evaporándome sirviendo de combustible para los infantiles cuentos de barco de vapor? Al menos, siempre acababan bien.

Luego, me pongo en la piel elástica de todas aquellas otras moléculas que se arrepienten de su avanzadilla, las que huyen cobardes porque el culo les arde. Me autocompadezco, y también de ellas, por estar tan perdidas, y abandonarse a la inercia de fuerzas ajenas en lugar de las propias. Contradictorias, con sus mil versiones de la dualidad, sus caras y sus cruces, para siempre acabar con la cara cruzada. Eternas viajeras magulladas.



Pienso en ti, eres un crío fingiendo la levedad con la pose grave de los hombres que han vivido. Estás en la isla de mi horizonte ―la de la noche―, justo enfrente de la mía ―la de la luna―, sólo hay “un mar en medio”, que lejos de separarnos, hace de emisario entre las dos islas que juegan con él al vaivén, al correveidile, al toma y daca, al sí-no, al Odiseo... Juegan con él y con nosotros. Tú arrojas una palabra y yo la recibo, haciéndole los honores, devolviéndote otro mensaje. Acción y reacción. Me toca. Te contaré una historia de pescadores, de las primeras que hice para ti mientras nos mecemos en este mar de deseos:

“Manos curtidas, como las mías, remiendan las redes (para que no caigas al vacío). El sol lame las tejas y el mar los cimientos de las casitas mata en el barrio de los pescadores. Ellos irán a la cofradía, llevarán a subasta el sudor de noches insomnes arrastrando sus alpargatas agotadas, encorvadas las espaldas ante un nuevo amanecer impasible. Con cuatro duros en el bolsillo y las manos vacías volverán maldiciendo su suerte. Las lágrimas, el sudor, la sangre, el mar, han de ser, esencialmente, lo mismo. Saben al pescado en salazón que aliñan las mujeres. Ellas broncean la vigilia de sus ojeras mientras anudan y anudan.  En cada nudo una plegaria”.

En cada nudo de mi garganta una plegaria.

¿Tan sólo una lágrima por ese amor? Igual sí, tan sólo fue una lágrima o quizá muchas más las que llenaron este mar. Me dormí esperando tu palabra “ven”  junto a mi gran ola por la que me dejaría arrastrar hasta tus playas, soñando darte la sorpresa y llevarte el mensaje en persona, entregártelo en mano, de mi boca. Se acercaba, cada vez más, estaba preparada para el cambio, cogiendo carrerilla en mis orillas. Pero… la gran ola, sólo me mojó los pies, hasta los tobillos, justo a la altura de mi corazón con sus latidos a ras de tierra ¡Miles de partículas de agua y no pudieron conmigo, no quisieron arrastrarme! Yo, que me había pintado las uñas de rojo para la ocasión, permanezco aquí aunque no quiero, inventando todas las vidas que quiero vivir (también contigo) y escribiendo sólo la que estoy muriendo.

Soy una cría. Como no tengo dinero viajo a base de naufragios, esperando en esta isla bonita que el mar me devuelva mis pertenencias perdidas. Hoy, enredada en verdes algas, me ha devuelto la inocencia con un collar de esperanzas, me he preparado nuevamente para el salto y al ver que no me ha arrastrado sino que me ha dejado para el arrastre,  inmediata-mente me he subido a mi cabaña en el árbol de los sueños. He extendido mi catalejo para acercarte cuando te alejas y mirar esta mar Avilla nuestra, la mar de palabras que nos separan y nos unen, temblando cuando me dices niña. Ya que no he sido arrastrada, te espero: "tráelo ya que no me llevas", pido. O no hagas ninguna de ambas acciones, pero reacciona y que siga teniéndole a través del catalejo en la isla de mi horizonte, soñando en mi luna, pronunciando el conjuro que me tiene prendida: da mar, isla bonita1.  Te daré mi mar, a cambio quiero una palabra de la noche cada amanecer. Te cambio la canción: tan sólo un deseo para ese amor.

Pues yo te quiero, incluso libre.

“… de este diábolo sombrío que hay veces que no se acuerda de que sigo siendo un niño, y sé que no habrá sedales cuando te hiera mi ausencia, ojalá me quieras libre, ojalá me quieras. Yo te querré deshecho, te querré en la roca viva, te querré en todos los versos que no quieran tus pupilas. Yo te querré en la acequia, te querré en la cumbre fría, te querré cuando el fantasma de tu voz venga a por mí”.  Tómate la biodramina, es una canción de la Marea, pero hoy la tararea la chica de la papelera en la cabeza.

  1. Expresión robada a un amigo que es un cielo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Origami al sol

Admiro tus bragas bajo la ventana,
pájaros de colores tomando el sol,
dormitando en el tendedero.
Entonces recuerdo que, también yo,
fui ave de paso en paso, tal vez cuco
en la búsqueda de tu nido desnudo,
pero en lugar de poner mis huevos,
me distraje con la llave de tus aposentos.

Con mimo la giro y me abres la puerta de tus adentros.
Quiero más y poco a poco descubro las estancias de tu casa.
Me permito hacer reformas y echo abajo un muro
uniendo corazón y cabeza, obtengo un espacio diáfano.
Pero lo que más me gusta es tu patio de mi recreo,
que aunque se moja como los demás, es particular.

Pasa una nube por mis ojos de algodón de azúcar,
me relamo ante el dulce y antes de probarlo,
la nube se vuelve cenicienta y las hermanastras calabazas,
me muerde la lluvia ácida y suenan doce campanadas.
Me debato entre la huida o disfrazarme de caballero,
salvar todas esas alas mojadas colgadas del pico en la cuerda tensa,
y así, a tu vuelta, las halles en sus jaulas de oro con las plumas secas.
¡Cuál es mi sorpresa!
Al contacto con el agua entristecen sus colores y formas,
indefinidas como perdices y faisanes
de un bodegón de naturaleza muerta.

Entonces, caigo en la cuenta, es tu trabajo de papiroflexia:
eran grullas de colores colgadas para alegrar mis mañanas.
Pero al descubrirse el truco y desaparecer la magia,
tus papeles y yo, nos las vemos y deseamos en esta cuerda,
cada vez más floja, goteando palabras que estrujará tu seso.
Preferiría tener cien pájaros alzando el vuelo, un arcoíris en el cielo
y acurrucarme en tu nido y que me cantes mil canciones de deseo.

Pero ahora suena “que llueva, que llueva, la virgen está en la cueva”.
Y en lugar de hacer el amor bajo el chaparro,
sobre nuestros de-lirios de grandeza,
aguanto el granizo, estoico bajo el chaparrón
que nada tiene de azúcar ni de turrón,
igual me parte un rayo y me pega un trueno.
Agáchate, y vuélvete a agachar.
Ven. A estas bajuras, no me alcanza la tormenta.