lunes, 23 de mayo de 2011

Narices arrugadas.

Voy andando con un leve gesto en la nariz, constantemente contraída, los ojos un poco entornados.
Es como si todo el rato tuvieras un dolor que antes era intenso en momentos puntuales y ahora sólo se ha convertido en una molestia constante pero soportable porque te has acostumbrado, te has acomodado a su presencia. La intensidad de un dolor agudo, de muerte inminente al principio pero que se sostiene en el tiempo, agonía lenta. Alguien te arranca, con su mano fuerte, de cuajo las entrañas retorciendo algo en las vísceras y sangras a borbotones. Poco a poco, la hemorragia interna deja de salir al exterior… Entonces, sólo te queda la cicatriz: una expresión, una mueca.
Cuando sea vieja tendré la nariz arrugada, pero al "volver la vista atrás" intentando recordar el motivo de estas líneas en mi cara, espero que mi demencia senil (por mis tetas), no mucho peor que mi demencia innata (por tu nata (y jacinta)), no me haya borrado de la memoria este momento en que te miro y te digo tantas cosas sin hablar, María, pequeña traste ple-bella: Estás arrugando la nariz y tienes un gesto que anuncia travesuras, la próxima fechoría inocente, pero aún no sabes del dolor. Tú no. Sólo es porque sonríes y te está dando el sol de frente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario