martes, 28 de diciembre de 2010

Historias de amor en casas de putas II. La vendedora de imposibles.

Son dos. Uno. Dos. Son dos que caminan desgastando relieves de noches empedradas. Ella lució su tenderete de sueños en oferta. Él decidió no regatear una sola mirada. Coleccionista de imposibles, el amor es una pieza sobrante en el puzzle de una vendedora ambulante sin posibles.

Son dos. Uno. Dos. Son dos que se besan desvistiendo ropajes en cuerpos incendiados. Él lanzó las primeras palabras “Ahora, ámame”. Y recibió las primeras navajas “Antes, paga”. Pobre faquir apuñalado, cumplió órdenes de la musa y abril se derramó en noches de aguas mil. Dulcineas nocturnas rondan los puertos en busca del incauto que las sueñe doncellas, nunca mataron ni murieron por ellas. Menos peso en la cartera, fósil de espuma en las sábanas. Es caduca la primavera. También las caricias.

Es uno. Uno. Uno sólo el que emprende el camino de vuelta a casa. Uno sólo quien se enfrenta a sus fantasmas.

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