jueves, 9 de diciembre de 2010

Sonoridad

Sonoridad

Un día,
hoy mismo,
leeré.
Y quizá diga palabras sentidas
sin sentido.
No importa, llevo el ritmo.

Sonoridad

La noche rota,
el llanto del niño,
la vieja que ronca
y despierta de un respingo.
La monja que encaja
sueños en el choque de los bolillos,
cloc-cloc-cloc,
son de madera de boj.

Sonoridad

Desvías entre vías,
veloces,
mis pensamientos.
Cierro los ojos.
Las regiones del cariño son el trayecto:
la risa de la niña mala,
churretes en la cara,
la fruta robada.
Balanceo ante la comba,
al compás del
“uno, dos y…”
“uno, dos... indecisión”.
Comencemos de nuevo.
¡Tres!
¡Arrojo!
¡Salta!
A ver qué cuenta el barquero.

Sonoridad

La de los tiernos cuerpos floreciendo,
el beso tímido y el atrevido,
tu cuerpo y el mío.
Palabra a palabra: camino.
Caricia a caricia: gemido.
Si quieres vuelve la vista atrás,
en la senda que nunca has de volver a pisar me quedé.
Otra vez se fue París y no estuve en Abril.
El perro sigue ladrando para salvarme
de tantas hieles endulzadas,
de largos días de lluvias y demonios.
Heridas que sangran.
Mira, si aún no sabes del dolor.
Te las puedo enseñar,
son de una guerra abierta.
No así las cicatrices del alma,
son de un conflicto encubierto.

Sonoridad

Silencio.
¿Sigues ahí afuera,
asomado a los bordes de mi texto?
Si algún día te descubriera,
el papel cortaría tu piel.

Sonoridad

La furia golpea
tullidas orillas amarillas
en los talones de mis pasos.
El agua, la roca,
la espuma, el mar,
siempre él.
El exilio, la derrota.

Sonoridad

¿Por qué se desvía este tren de las regiones del cariño?

Sonoridad

Shhshhh. Silencio.
Estoy rondando el cementerio.
Robé una flor seca
envuelta en putrefactas letras.
Muerte, silencio.
Hedor, silencio.
Frío, silencio.
Miedo, silencio.

Pulso. Aliento.

Enciéndete,
vuelve a prender,
estoy leyendo.

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